Procesos patológicos en el ganado caprino canario (I)

Este artículo fue publicado en el Revista Palca nº38. Ver revista completa

1. ABSCESOS DE GANGLIOS RETROFARÍNGEOS
En general este tipo de lesionesse deben a una enfermedad infecciosa conocida como linfadenitis caseosa
o pseudotuberculosis causada por una bacteria, concretamente Corynebacte-rium pseudotoberculosis. El proceso cursa habitualmente de manera crónica y afecta a los ganglios linfáticos, donde producen lesiones purulentas que se encapsulan, formándose focos caseososinodoros de tamaño diverso y muestran al corte una disposición concéntrica similar a la de una cebolla, de ahí que la lesión sea conocida coloquialmente como “abanillo”. La enfermedad se puede manifestar donde quiera que exista un ganglio linfático, siendo las regiones anatómicas más afectadas la parotídea, zonas cerca de la ubre y del hombro,si bien por su interés clínico destacar también la retrofaríngea y los ganglios pulmonares. Los animales generalmente se infectan a través de una herida superficial en la piel (pastos, astillas, alambres, heridas portoparse, etc.),si bien es cierto, porque se ha demostrado, que puede haber contagio por ingestión o inhalación de la bacteria y a través de una práctica equivocada muy común en algunas granjas, como es el caso de agujas reutilizadas infectadas.

Los caprinos afectados por esta bacteria generalmente presentan disminución de la producción, erróneamente a veces asumible por el ganadero, teniendo en cuenta la gran morbilidad y prevalencia de la enfermedad en Canarias, si bien de entre todos los signos clínicos que pueden manifestar los animales, hay que destacarlos que tienen afectados los ganglios retrofaríngeos, de tal manera que suelen presentar dificultad para respirar y para la deglución. Es en este caso cuando se debe actuar con presteza y efectividad, pues podría quedar comprometida la vida del individuo.

El tratamiento debe realizarse en los ganglios y lesiones superficiales por métodos quirúrgicos una vez esté maduro el absceso, momento indicado para extraer el pus, evitando la caída al suelo y su dispersión, a fin de prevenir posibles contagios de otros animales. Se ha de tener especial precaución cuando el ganglio afectado está cerca de vasos sanguíneos importantes. En este sentido se deberá tener mucho cuidado con la vena yugular y con la arteria carótida, debiendo ser profesionales veterinarios los que actúen en estos casos.

Se recomienda raspar bien el interior del ganglio con material adecuado para llevarse correctamente la bacteria acantonada en la cápsula del mismo. En ocasiones se puede prescribir la administración de antibióticos a nivel local; sin embargo a nivel sistémico habitualmente no resulta efectiva debido a la dificultad que tienen para penetrar la dura cápsula fibrosa. Posteriormente se han de aplicar antisépticos durante 48-72 horas hasta la carencia de flujo purulento de la herida. En el caso de lesiones en órganos internos, se recomienda el sacrificio del animal afectado, si bien es cierto que su diagnóstico correcto es muy complicado porque es necesario diferenciarlo de otros procesos, sobre todo respiratorios.

Partiendo de la base que es una bacteria bastante resistente en el medio y sólo apreciamos la presencia de la enfermedad cuando vemos un animal afectado sin poder, a priori, evidenciarlo en el ganado que es portador o asintomático; entre las medidas a tener en cuenta se incluyen una correcta higiene y desinfección periódica, además de evitar la entrada de animales con síntomas (lesiones manifiestas). El uso de vacunas frente a esta enfermedad es de dudosa efectividad, por ello no es una práctica habitual, si bien es cierto que recientemente
se están probando autovacunas cuya efectividad se evaluará en unos meses.

2. OESTROSIS.
La oestrosis es una miasis cavitaria producida por los estados larvarios del díptero Oestrus ovis, afecta a pequeños rumiantes principalmente. Estas formas larvarias son depositadas por la mosca adulta inicialmente en los ollares del animal (L1) donde comenzarán a migrar a la vez que evolucionan (desde L1 a L3), hasta llegar a localizarse en sus últimas fases larvarias preferentemente en los senos nasales, paranasales y a veces frontales e, incluso, en los cuernos. Esas larvas disponen de ganchos para adherirse a las mucosas, produciendo exudados purulentos y provocando tos y estornudos. El daño puede ser mayor si logran penetrar en el sistema nervioso central. Una vez alcanzada su madurez (L3), son expulsadas al medio de nuevo mediante el estornudo, cayendo al suelo donde formará la pupa, a partir de ella, se completará el ciclo una vez salga la mosca adulta. A menudo, son estas larvas expulsadas al medio, en bebederos
y/o comederos fundamentalmente, las que advierten de la presencia del parásito al propietario.

Es una enfermedad de amplia distribución mundial, al parecer existe influencia de la altitud, pues algunos autores han demostrado que en regiones de mayor altura, presentan una menor probabilidad de ser parasitados. Esto puede ser explicado por las peculiares condiciones eco-climáticas desarrolladas en estas áreas, las cuales no resultan favorables para la supervivencia y desarrollo de O. ovis: bajas temperaturas, baja presión atmosférica y fuertes corrientes de aire. Existen trabajos que demuestran la presencia de esta mosca en muchas explotaciones del archipiélago canario. Concretamente, en un estudio realizado en 2016 en 86 explotaciones de caprino de la isla de Gran Canaria, se observó una prevalencia del 45%, siendo en algunos casos superior incluso al 90%, como lo fue el del municipio de Santa Lucía de Tirajana.

La localización de los estadíos larvarios provoca fundamentalmente alteraciones comportamentales del individuo y del rebaño en general, resultan un problema importante de bienestar animal, causando un considerable dolor y sufrimiento que, si no se trata, puede originar graves pérdidas de productividad, en reproducción y, en casos muy graves, incluso la muerte del animal. Además del daño causado por los estadíos larvarios, la presencia de la mosca en el rebaño genera un estrés importante en sus efectivos que ocasiona también una notable pérdida en la producción. En este sentido, se han estimado las pérdidas en la producción láctea debidas a la presencia del parásito en un rebaño de ganado caprino, en torno al 13%. Por otro lado, se habría de tener en cuenta las enfermedades oportunistas que pueden favorecer, los gastos en medicamentos, en servicios veterinarios e, incluso, los perjuicios económicos por muerte de animales.

La alta prevalencia de la enfermedad en algunas islas, por las pérdidas ocasionadas, justifican que se actúe contra ella de manera efectiva. Para combatirla se ha de tener en cuenta que proceder frente a las moscas adultas resulta muy complicado o casi imposible, pero si es más factible atacar las formas larvarias presentes en los animales, porque no sólo evitaremos la aparición de síntomas de la enfermedad y, por tanto, las mermas en la producción, sino además, al estar cortando el ciclo, bajaremos la carga parasitaria de la explotación. La variedad de productos a utilizar, así como el momento idóneo y las pautas terapéuticas, dependen de varios factores, estos deben ser siempre valorados por los profesionales sanitarios de aquella.

Por otro lado, destacar que se trata de una zoonosis donde las moscas adultas depositan las larvas en las mucosas del hospedador accidental, fundamentalmente, donde causan más daño, en los ojos. Como muestra de ello son las narraciones de centenares de pastores contando como deben entrar al corral con un cigarro a modo de “espanta moscas”.

Sergio Martín Martel
Dr. en Veterinaria
Profesor Asociado Facultad Veterinaria ULPGC

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